Después de haber pactado con los caciques locales a espaldas del pueblo que lo apoyó en su campaña para gobernador, Zeferino Torreblanca Galindo, tan pronto se sentó en la silla de Casa Guerrero, mostró su verdadero rostro: el espejo de la reacción, entre el fascismo y el nazismo; muy pronto traicionó los principios de la izquierda mexicana, al propio PRD, a la sociedad civil organizada, a los movimientos sociales, y todo aquel que haya votado el primer domingo de febrero de 2005 por él, con la esperanza, ahora frustrada por salir del subdesarrollo económico, de la marginalidad social, el analfabetismo, la desnutrición, la falta de empleo, entre otros problemas ancestrales que dejaron de herencia los gobiernos priistas durante más de 70 años en el poder en Guerrero.
Ahora no queda duda de que el ascenso al poder de ZTG fue una alternancia negociada, pactada con los caciques y los poderes fácticos; porque el PRI no ha salido ni de Casa Guerrero ni de la ciudad de los servicios. Tampoco gobierna el PRD, ni sus aliados electorales: Convergencia, el Partido del Trabajo y la Alianza por Guerrero, del diputado federal Carlos Sánchez Barrios.
En 17 días, el rostro del fascimo y el nazismo se ensañó masacrando a los estudiantes y egresados de Ayotzinapa, en fechas distintas en el mismo mes de noviembre, el 14 ocurrió el desalojo brutal en el Congreso del Estado; y el 30 en la caseta de La Venta; la estrategia de la fuerza pública fue distinta, en el Congreso del Estado participó la policía antimotines del gobierno local y municipal de Chilpancingo, y en la autopista del sol, la Policía Federal Preventiva (PFP), que incumple esto de preventivo, porque utiliza la fuerza bruta y el ataque sin piedad, como lo expresó el ombudsman de Guerrero, licenciado Juan Alarcón Hernández.
El periódico La Jornada, publicó el sábado uno de diciembre, en primera plana la bota del pie izquierdo de un policía represor-gorila, una bota encima de un estudiante de Ayotzinapa indefenso y seguramente desnutrido, lo que muestra el salvajismo y el exceso de fuerza que utilizaron los policías fascistas del gobierno federal y del propio Zeferino Torreblanca Galindo, aquellas imagines de dolor, angustia y desesperanza, era tanto como ver a los fascistas de Mussolini y al nazismo de Hitler, exterminando a los judíos y todo aquel que no pensara como ellos.
Este domingo 2, en el 33 aniversario del asesinato del comandante Lucio Cabañas, La Jornada, en la columna “A la mitad del foro”, del periodista León García Soler, volvió a publicar la misma foto de la ignominia del gobierno zeferinista; vale la pena repetir el último párrafo de este periodista ejemplar, que no vende su conciencia con los gobiernos corruptos: “Si quiere ver la imagen viva del orden plural y las semejanzas maravillosas entre la izquierda y la derecha cuando se encuentran en el centro, vea la primera plana de La Jornada de ayer sábado (1 de diciembre): la sucia bota de un pretoriano se asienta con despreciable dureza sobre el cuello de un joven paisano de Lucio Cabañas. Y todavía queda por resolver el asunto de la presa La Parota. Increíble desacuerdo por descuido o estulticia del gobierno del estado de Guerrero.”
Algunos auténticos líderes que siempre han estado al lado del pueblo, como Juan Alarcón Hernández y Pablo Sandoval Cruz, recordemos el papel principal que jugaron en 1960 en el Movimiento estudiantil de lo que hoy es la UAG, es realmente loable, un movimiento que acabó con las pretensiones totalitaristas del general Raúl Caballero Aburto, como ahora lo hace su imitador Zeferino Torreblanca Galindo, admirador del fascismo de Mussolini y del nazismo de Hitler, que en lugar de usar el diálogo reprime a estudiantes y egresados de Ayotzinapa que su único “delito” es solicitar una plaza de profesor para poder subsistir bajo el manto de la pobreza ancestral de Guerrero.
jueves, 6 de diciembre de 2007
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