jueves, 6 de diciembre de 2007

CAUSAS DE LA SALIDA DE UGALDE EN EL IFE

Hoy que por todos lados se escuchan los golpes de pecho y el crujir de las vestiduras rasgadas se ha convertido en música de fondo del análisis político, habría que recordar algunas de las razones ---y sinrazones--- que decretaron la remoción de Luis Carlos Ugalde:

Los errores del árbitro. Si no hubo fraude, entonces prevaleció la incompetencia no sólo para demostrar que la elección fue limpia sino para posicionar tal convicción en la opinión pública y entre la ciudadanía general. Y si hubo fraude, alguien tenía que pagar por ello. Para el PRD, en principio, ese era Luis Carlos Ugalde. Pero, desde cualquier ángulo, no se pueden pasar por alto las fallas del Consejo General del IFE antes, durante y después de la jornada electoral del 2 de julio de 2006: la falta de difusión pública de los votos no contabilizados en el PREP, el anuncio fuera de lugar ---y de la norma--- que daba como triunfador a Felipe Calderón y, sobre todo, el fallo del TEPJF sobre la elección presidencial que puso en evidencia algunos errores de a libra, señaladamente la injerencia indebida, y desinhibida, de autores no autorizados como el CCE, que el árbitro toleró.

El deterioro institucional. El proceso electoral del 2006 era la gran prueba del Consejo encabezado por Ugalde ---al que ya de por si acompañaba el estigma de la sospecha y el déficit de legitimidad al ser producto del PRIAN---, y sencillamente la reprobaron.

Luego del 2 de julio, el IFE entró en un periodo de crisis que menguó los principales activos de la institución: la credibilidad y confianza ciudadanas. Según el resultado de tres encuestas y 10 grupos de enfoque encargados por el propio Consejo, de junio a septiembre del 2006 los indicadores de confianza y credibilidad sobre el IFE sufrieron una caída muy considerable: “Antes de la votación, tres de cada cuatro mexicanos tenían la expectativa de que la autoridad electoral haría un trabajo bueno y muy bueno (74%). Si embargo, luego del proceso las valoraciones positivas cayeron 20 puntos (54%). Y aún más: ‘Aumenta 23 puntos la opinión de que el IFE realizó un trabajo malo o muy malo (de 4% pasa a 27%)’”.

Y por si hiciera falta echarle más leña a la hoguera de las sospechas y el descrédito, los manejos dispendiosos y el despilfarro de los consejeros generales del IFE (los viajes por todo el mundo en bussines class, los hoteles de lujo y las grandes comilonas), documentados por diversos medios. Mientras los consejeros locales y distritales en las 32 entidades reciben solo apoyos modestos durante 10 meses que dura un proceso electoral federal.

La vendetta. La cabeza de Luis Carlos Ugalde parecía el precio que el sol azteca pedía para sentarse a negociar la reforma constitucional en materia electoral. Y la consiguió. Para el PRI, por su parte, este Consejo General del IFE no representaba la actual correlación de fuerzas al interior de su partido. Para Manlio Fabio Beltrones ---el “padre de la criatura”, o el engendro electoral, según algunos---, líder de la fracción priista en el Senado, Luis Carlos Ugalde y otros consejeros no eran sino una herencia de la profesora Elba Esther Gordillo, de allí que el descabezamientos del IFE significara una oportunidad para deshacerse de piezas que no representaban al “nuevo” PRI.

El protagonismo: Quid pro quo. Lo que muchos temían: que el presidente Calderón y el PAN intercambiaran reformas: la electoral por la fiscal. Al parecer, de poco o nada sirvieron las advertencias de que el apoyo del PAN a la remoción de los consejeros del IFE suponía la aceptación tácita del fraude. Desde la real politik, parece que el presidente y Acción Nacional hicieron negocio: vendieron ---y lo hicieron a buen precio--- algo que para ellos tenía muy poco valor (las cabezas de los consejeros electorales generales), pero que para la oposición partidista ---señaladamente el PRD--- representaba la cereza del pastel en la reforma electoral.

Por angas o por mangas, pero el Consejo General del IFE se quedó solo, sin respaldo político. Si durante algunas semanas la industria de la radio y la televisión utilizó la defensa de la autonomía del IFE como eje de su ofensiva contra la Partidocracia, cuando se dieron a conocer los alcances de la reforma electoral (la introducción de un nuevo modelo de publicidad político-partidista), los dueños de los principales consorcios massmediáticos no pudieron ocultar su verdadero rostro, no pudieron disimular el leif motiv de su sorprendente y beligerante activismo político: la reforma electoral como un mal negocio para radio y televisión. Dejaron de lado lo que siempre estuvo al margen de sus preocupaciones: la autonomía del IFE.

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