Tixtla- “Gabriel García Márquez se ha retirado de la vida pública por rezones de salud: cáncer linfático. Ahora, parece, que es cada vez más grave. Ha enviado una carta de despedida a sus amigos, y gracias a internet está siendo difundida”.
Así decía el sumario de un texto titulado ‘Bella despedida’, que envió a mi correo electrónico Armando López Contreras, ex condiscípulo de la maestría en administración pública el 31 de agosto de 2006, me solicitaba que le diera difusión entre mis amigas y amigos, porque al escritor colombiano ya le quedaban pocos días de su vida fructífera, el contenido del texto es corto, pero conmovedor. Al leerlo sentí un profundo dolor por el Premio Nobel de Literatura 1982; afortunadamente, han pasado más de 6 meses sin que esta fatal noticia se cumpla. El pasado martes 6 de marzo, Gabo cumplió 80 años de una vida portentosa. Una vida extraordinaria e irrepetible.
Algunos de estos párrafos de la ‘Bella despedida’ escrito por el autor de Cien años de soledad decían: “Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma (…) A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse (…) A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar (…) A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido”.
Después de leer todos estos bellos párrafos de uno de los novelistas más importantes del boom latinoamericano de la década del sesenta del siglo pasado, traté de recordar cuando había sido la más reciente ocasión que lo ví en público, fue el 14 de febrero de 2004, en la Universidad de Guadalajara en la cátedra Julio Cortázar, alternando con José Saramago, Carlos Fuentes, Tomás Eloy y como moderador Belisario Betancourt.
Rememoremos que Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes son los fundadores de la Cátedra Julio Cortázar, este último autor de la novela Rayuela, el singular “Cronopio”, el escritor argentino, arquetipo de la novela y símbolo del boom latinoamericano junto con Juan Rulfo, Álvaro Mutis, Miguel Angel Asturias, Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, José Lezama Lima, por supuesto Gabo y el autor de la Región más transparente, entre otros grandes de la narrativa latinoamericana.
Estos grandes escritores de nuestro tiempo, “fundaron” pueblos y personajes con su enorme imaginación. Juan Rulfo con su única novela Pedro Páramo, creó Comala y el cacique Páramo. Con ella, Rulfo obtuvo dos galardones de enorme trascendencia: Premio Xavier Villaurrutia de 1955 y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1983.
Gabriel García Márquez en Cien años de Soledad, novela que escribió en la ciudad de México durante 18 meses entre 1965 y 1967, siendo publicada por primera vez el 5 de junio de 1967 por la editorial Sudamericana de Buenos Aires, Argentina. Con esta impresionante novela el escritor nacido en Aracanda, Colombia un 6 de marzo , ganó el Premio Nobel de Literatura en 1982.
En Cien años de soledad, García Márquez al igual que Rulfo y Cortázar crea también en forma ficticia Macondo y los personajes fundadores de este pueblo imaginario en Colombia, el matrimonio de José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, una familia que se casaban entre ellos mismos, donde los presentimientos y miedos por sus parentesco y el mito existente en la región por el cual su descendencia podía tener cola de cerdo. Haciendo a un lado estos temores, el matrimonio de José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán tuvieron tres hijos: José Arcadio, Aureliano y Amaranta, y así se extienden por seis generaciones.
Hay novelas que tienen el privilegio con frases inolvidables para siempre, así por ejemplo, Juan Rulfo en Pedro Páramo “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”. Julio Cortázar en Rayuela “ ¿Encontrará a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Saine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río, me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el petril de hierro, inclinada sobre el agua”. Gabriel García Márquez en Cien años de soledad “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo, Macondo (…)”.
Son inicios magníficos que a la postre se convirtieron en el lector la motivación por leer las novelas hasta el final, incluso releerlas posteriormente. Porque los personajes y los pueblos que crean estos grandes de la literatura latinoamericana, provocan ternuras hasta pretendemos protegerlos con nuestra imaginación. Hoy, sabemos que Cien años de soledad al conmemorarse 40 años de su publicación, habrá un tiraje popular de 500 mil ejemplares, la cual será presentada en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, entre el 26 al 29 de marzo en Cartagena de Indias. Álvaro Mutis escribió una semblanza de García Márquez y una introducción por Carlos Fuentes de Cien años de soledad. Ojalá que tengamos a Gabo con vida por muchos años más y escribiendo novelas con esa enorme capacidad intelectual.
viernes, 16 de marzo de 2007
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