jueves, 29 de diciembre de 2011

Aguas Blancas y Ayotzinapa

AGUAS BLANCAS Y AYOTZINAPA

Ernesto Ortiz Diego

“La historia se repite primero como tragedia y después, como comedia”. Carlos Marx

Para tratar de impedir el bloqueo de la Autopista del Sol (Chilpancingo-Acapulco) por parte de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, el gobernador Ángel Aguirre Rivero dio instrucciones a Humberto Salgado Gómez, secretario General de Gobierno y al general Ramón Almonte Borja, subsecretario de Seguridad Pública, para que “limpiaran” la carretera a como diera el lugar en aquel fatídico 12 de diciembre.

Nos recuerda cuando el ahora ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, le dio instrucciones a José Rubén Robles Catalán, secretario General de Gobierno, en aquel también fatídico 28 de junio de 1995, para que los campesinos de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS, de Coyuca de Benítez), que se dirigían a un mitin en Atoyac de Álvarez, no pasaran a como diera lugar. Murieron 17 y muchos más resultaron heridos. La orden de represión vino del gobernador Figueroa Alcocer, enfurecido ante la movilización de campesinos desarmados.

El epígrafe de este artículo, revela la similitud de dos gobernadores represores, dos operaciones policíacas que se querían ejemplar y derivaron en tragedias por ineptitud o confusión en la jerga policíaco-militar. La historia si se repite aunque con otros actores.

La decisión errónea del gobernador perredista de utilizar la fuerza represiva rompió un acuerdo con los mismos estudiantes de Ayotzinapa, según el cual se le daría solución al pliego petitorio de los normalistas rurales.

Los estudiantes de la vecina ciudad de Tixtla, no están dispuestos a perder su trayectoria como una escuela combatiente donde se formaron Lucio Cabañas Barrientos, Genero Vázquez Rojas y Othón Salazar, entre otros luchadores sociales de izquierda.

Los normalistas de Ayotzinapa no están solos, de las 36 escuelas normales rurales que se fundaron en el periodo del presidente Lázaro Cárdenas, todavía sobreviven 16, son las que apoyan a la escuela que existe en la comunidad de Tixtla, además la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG), asimismo, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), es decir, “los macheteros” de San Salvador Atenco, entre otros movimientos sociales en todo el territorio nacional, que apoyan decididamente a la escuela de Ayotzinapa.

El engaño como siempre de la autoridad local, los que han tratado al gobernador Ángel Aguirre Rivero saben muy bien que es mitómano, que le gusta usar la prepotencia del poder oligarca, la falta de inteligencia de la dirección de gobernación, la entrañable estupidez de un gobierno local dispuesto a incendiar la pradera guerrerense con tal de garantizar la vigencia de un gobierno familiar plutócrata.

Frente a la postura intransigente y violenta de los cuerpos policíacos del gobierno aguirrista, rudos como suelen forjarse en las catacumbas de la oligarquía de la derecha extrema, las fuerzas del orden (municipal, estatal y federal) responden a las peticiones de los estudiantes de Ayotzinapa con singular energía y los acorralan con armas de alto poder como si fueran delincuentes.

Desorden, ineficiencia y negligencia, los cuerpos policíacos cumplen con el deber de garantizar a metralla y toletazos para madrear a los estudiantes a los que ven como enemigos irreconciliables con el escudo a la diestra y la A-47 a la siniestra, para imponer el imperio de la ley irracional, absurda y represiva.

En instantes relámpagos de aquel 12 de diciembre, serían asesinados dos estudiantes: Gabriel Echeverría de Jesús y Erick Alexis Herrera Pino, a quienes el gobierno de Aguirre en un “gesto humanitario y solidario” ha sufragado los gastos funerarios y brindado otros apoyos requeridos, lo mismo el respaldo al joven que resultó herido, según documento enviado el 26 de diciembre de 2011, al doctor Luis García López Herrera, primer visitador general de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, por el gobernador Aguirre, tratando con ello de sobornar a las dos familias de los estudiantes de Ayotzinapa asesinados a mansalva.

Las incidencias del zafarrancho y sus secuelas corren más rápido que el reguero de pólvora. Las bases estudiantiles de las 16 escuelas normalistas rurales se movilizan en varias partes del país y abren un nuevo flanco de resistencia para que los gobiernos plutócratas no cierren las escuelas para pobres del campo.

A estas alturas de la espiral violenta, los efectivos policíacos se han reforzado con destacamentos de la Policía Federal Preventiva (PFP, brazo operativo de la Secretaría de Seguridad Pública que comanda el sanguinario Genaro García Luna), cuya misión consiste en liberar una de las principales arterias por donde transitan miles de turistas en estas fiestas decembrinas, la Autopista del Sol, y así reducir el “motín” con su sola presencia “disuasiva”.

sociólogo (UIA), politólogo (IIEPA)

eodiego@yahoo.com.mx

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