Gobernar una entidad como la nuestra no es fácil. Conciliar tantos intereses, a tantos grupos, a sectores confrontados entre sí, especialmente cuando no hay metas comunes, sin haber un proyecto de desarrollo viable, es más difícil de lo que cualquiera puede imaginarse.
A más de dos años de haber ganado la gubernatura Zeferino Torreblanca Galindo, la situación política, económica, social y cultural, sumando la inseguridad pública, el escenario que tiene enfrente el titular del Poder Ejecutivo local se le ha descompuesto terriblemente, por lo que urge un cambio de discurso e imagen gubernamental.
El gobernador soberbio, tajante con los periodistas de medios electrónicos y de la prensa escrita, alejado del partido que lo llevó al poder, de la sociedad civil que también fue clave en su triunfo electoral de febrero de 2005, con la crisis de la educación en todos sus niveles, entre otros problemas, está francamente devaluado; su imagen está a ras de suelo.
Urge un gobernador serio, estadista, preocupado y ocupado por los graves problemas por los que ha transitado la sociedad guerrerense. Un titular del Poder Ejecutivo local que viaje menos al extranjero y se ocupe más de los asuntos internos, que haga lobby con los 81 presidentes municipales, con los legisladores federales y locales, con dirigentes de todos los partidos (como ya lo empezó hacer con Marco Antonio Leyva Mena, del PRI), con los líderes de los empresarios, comerciantes, obreros y campesinos; con dirigentes populares, profesores, profesionistas, estudiantes, movimientos sociales y periodistas. En fin, que ninguna voz, por más humilde que sea, se quede sin ser escuchada por el gobernador.
Asimismo, un gobernador que no base su gobierno en el índice de popularidad, en el culto a la personalidad, sino principalmente en el índice de credibilidad y en el de efectividad, el cual está por los suelos, porque los resultados no se ven por ningún lado; es decir que trabaje con resultados positivos, para que así no tenga que pagar a un publicista que le ha hecho trabajos sucios a candidatos del PRI, como Carlos Alazraki, a quien le regala 400 mil pesos mensuales, según información filtrada, pues ese dinero debería destinarlo a sacar de la marginación a los más pobres de La Montaña y de otras regiones de la entidad.
Urge un cambio de equipo de gobierno, porque el actual, más que estar del lado de las soluciones, parece estar del lado de los problemas. Más que ayudar a Torreblanca Galindo, le abren nuevos flancos, como sucede con Armando Chavarría Barrera, secretario general de Gobierno; Eduardo Murueta Urrutia, procurador de Justicia; Juan Heriberto Salinas Altés, secretario de Seguridad Pública; es decir, todo este aparato represivo del Estado –el ARE, como decía Carlos Marx– no funciona. El gobernador hizo un gabinete de cuates y de imposiciones, particularmente de José Luis González de la Vega Otero, secretario de Educación impuesto por Elba Esther Gordillo, además de las imposiciones que hicieron los tiburones del PRI, Rubén Figueroa Alcocer y René Juárez Cisneros.
El gobernador ha cometido muchísimos errores estratégicos desde su asunción al poder, pero, sobre todo, el pacto tácito que hizo con René Juárez Cisneros, porque optó por no gobernar hacia el pasado sino hacia el futuro, al convertirse en tapadera de toda la corrupción y suciedad acumulada en el sexenio renejuarista, por ejemplo, la venta de la deuda pública en dos partes. Hoy está pagando las consecuencias.
Zeferino Torreblanca Galindo no ha logrado generar los consensos políticos mínimos con las otras fuerzas políticas ni con la sociedad civil y eso ha impedido que su gobierno de minoría privilegiada pudiera tener problemas para sacar la Reforma del Estado. Guerrero no ha caído en parálisis legislativa ni gubernamental, pero la disfuncionalidad de los sistemas económicos, sociales y políticos ya es notoria, lo cual afecta los intereses de los más desposeídos, quienes han empezado a hacerle reclamos, como sucedió en los pasados informes de gobierno regionales, donde fue abucheado. La ingobernabilidad ya toca las puertas de Casa Guerrero y de la mal llamada ciudad de los servicios.
viernes, 25 de mayo de 2007
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