domingo, 15 de enero de 2012

Cultura de masas

CULTURA DE MASAS

Ernesto Ortiz Diego

En nuestra sociedad los sectores dominantes controlan, monopolizan y ejercen poderosos medios de fabricación y difusión de productos culturales. Por primera vez en la historia, la tecnología ha puesto al servicio de la oligarquía medios de enorme alcance y eficacia como la televisión, la radio, los periódicos, el cine y la educación mediatizada, asimismo, el grupo más eficiente de la comunicación que inventaron y modernizaron la sociedad del conocimiento: Steven Jobs (Apple-Macintosh), y Bill Gates (Microsoft), medios que nos permiten usar Internet, twitter, blog, facebook y e-books, entre otros que seguirán seguramente apareciendo.

Merece especial atención el iPad, como escribe el politólogo Víctor Flores Olea, investigador de la FCPyS-UNAM: “Ayer por la mañana, 25 de diciembre de 2011, me desperté con la novedad de que mi bella esposa Rosa Elena había tenido la magnífica y sorpresiva idea de regalarme un iPad, una de las sorprendentes y últimas realizaciones de Steven Jobs, recientemente fallecido, y creador-dueño-animador de las computadoras Apple-Macintosh, y también de los innumerables derivados de esas computadoras que perseguían siempre una concreción minimalista con la máxima eficacia tecnológica, con otra dimensión que debe atribuirse casi exclusivamente a Jobs: la realización del aparato, incluso en sus dimensiones más pequeñas, con la máxima belleza y elegancia posibles.”

Por esa fecha, mi hijo Ernesto Ortiz Tapia, residente en Ciudad Juárez, me regaló un iPad.2, con el que me comunicaré también con mi otro hijo Hahnemann Ortiz Tapia, estudiante del doctorado en computación en la Universidad de Minnesota, Estados Unidos.

Los medios de comunicación masivos penetran en las casas, sujetan durante largas horas a las personas frente a un televisor principalmente, transmiten no sólo mensajes verbales, también imágenes de acciones, incluso violentas, conductas no recomendables en las telenovelas y en las noticias.

La radio permite al individuo que la escucha un cierto accionar simultáneo, la televisión inmoviliza; además, transmite modelos corporales, actividades, gestos, mímicas, tipos de belleza física, formas prestigiadas y desprestigiadas para imitar.

Por primera vez, los productos culturales pueden ser producidos en forma masiva por minorías que disponen de vastos aparatos tecnológicos y que toman decisiones en cuanto al contenido, calidad y dirección de sus productos, en función de sus intereses y de los de sus mandantes. El poder de estos medios es evidente: difunden hábitos, costumbres, mercancías y opiniones, canciones y modelos de identificación, códigos culturales e ideológicos.

La cultura de masas implica un cambio cualitativo en la forma de creación de productos culturales: ya no son producto de la interacción directa de grupos humanos. Una de sus características principales es su poder de difusión –veloz y masiva- en contraste con las anteriores formas lentas y en general limitadas de difusión. Es justamente el asombroso poder de difusión el que otorga la facultad de crear formas culturales dominantes a grupos pequeños de especialistas.

Los productos culturales así fabricados experimentan un cambio notable en su contenido y en su carácter ideológico. Y si bien el aspecto técnico de los medios de comunicación masivos afecta la calidad de los productos culturales, su contenido y signo ideológico no depende fundamentalmente de la existencia de esos medios sino de la forma en que son usados, del hecho de que estos medios sean manejados por minorías que controlan el poder político y la economía.

Los productos culturales fabricados de esta manera asumen la forma de “mercancía” y participan de sus características: su valor de uso consiste principalmente en su aporte a la producción y reproducción del sistema dominante.

La cultura dominante se ha transformado rápidamente en cultura de masas. Sus productos llegan a todas las clases sociales y en gran parte son comunes a muchos países. La cultura de masas homogeneiza, borra diferencias, genera hábitos, modas y opiniones comunes. Es consumida por todos los grupos sociales y es sobre todo eso: una cultura para el consumo. La cultura de masas viene de arriba hacia abajo: puede ser preparada por artífices profesionales, hábiles manipuladores, con los ingredientes que convengan. Responde a las necesidades del sistema opresor y represor.

sociólogo (UIA), politólogo (IIEPA)

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