martes, 10 de enero de 2012

Año político, primer acto

AÑO POLÍTICO, PRIMER ACTO

Ernesto Ortiz Diego

Tiempo de muda en la República. Siendo esquemáticos, 2012 puede asirse como un lapso o, mejor aún, como un espectáculo político en cuatro actos, a saber: la disputa, el día después, el interregno y el relevo.

Primer acto

De aquí a julio, lo central es la reformada, sinuosa y jocosa disputa por el poder político, donde seguramente veremos lo de costumbre: lodo y escándalos triviales, propuestas vagas y muchas veces inconsistentes (prometer no empobrece), debates entre candidatos y, sobre todo, spots vacuos y soporíferos.

Así visto, un primer semestre rijoso y pendenciero, lleno de promesas y redentores de la patria, de publicidad y búsqueda desbocada del sufragio. El panorama sucesorio, por ahora, es más bien parco y aburrido, sin mayores definiciones.

El abstencionismo, sin duda, es otro fantasma que recorre el país. Como sea, del norte al sur y del este al oeste, el país está en (pre)campaña y lo estará hasta los últimos días de junio.

Hoy, profesionales, practicantes, fanáticos, aficionados e indiferentes hacia la polaca velan armas, hacen proyecciones y cuentas alegres. Así que lo demás puede esperar o, mejor aún, entrar en el juego por todos jugado. En términos prácticos, podría decirse que es una especie de campo congelado, paralizado, como en stand by. A estas alturas, en plena precampaña, el Congreso de la Unión difícilmente procesará lo que no ha procesado en la última década: las-reformas-que-el-país-necesita.

El último periodo de sesiones ordinarias de la lxi legislatura del Congreso de la Unión, que arranca el próximo 1º de febrero, estará marcado por la contienda presidencial y la búsqueda de otros huesos por parte de los legisladores. La falta de acuerdos es previsible, aunque no hay que descartar que algo pudiera ver la luz o que algo pueda transitar, para sorpresa de muchos —como la reciente modificación del artículo 24 constitucional en la Cámara de Diputados, impulsada por el pan y el pri en aras de congraciarse con la jerarquía católica.

Simple y sencillamente, hasta el 1° de julio, día de la jornada comicial, no habrá tregua. Casi está de más insistir sobre lo que está en juego en los próximos comicios federales: la renovación de dos de los tres poderes de la Unión: el Congreso y el Ejecutivo federal.

Desvencijada y todo, pero la Silla del Águila sigue siendo la joya de la corona. Es, al menos, la pieza mayor.

Definidas las candidaturas tanto en el pri (Peña Nieto) como el bloque de la izquierda partidaria (López Obrador), sólo en el pan se vive una competencia abierta por la candidatura presidencial. Las encuestas ubican a Josefina Vázquez Mota a una distancia considerable de Santiago Creel y Ernesto Cordero. El reciente trabajo de Reforma es simplemente apabullante: ella cuenta con el 62% de los votos de miembros activos y adherentes del partido, mientras que ellos levantan el 14 y el 15%, respectivamente.

La ex secretaria de Educación va en caballo de hacienda. Habrá que ver qué ocurre de aquí a febrero, cuando los militantes y adherentes elijan a su abanderado.

Una vez definido el aspirante presidencial del partido gobernante, la disputa será por el orden de los contendientes. Como Enrique Peña Nieto sigue punteando todas las encuestas, a partir de marzo el juego es por el segundo lugar.

Tampoco puede perderse de vista que en las batallas “menores” por las curules de diputados y senadores se juega la capacidad de maniobra del próximo gobierno; se juega, además, el talante del próximo Congreso, el perfil de los próximos legisladores.

Casi sin ruido, tanto el combo formado por el pri, el pvem y el Panal como la coalición del prd, el pt y el mc resolvieron el trance de las candidaturas presidenciales, pero les falta resolver la no menos conflictiva rebatiña por los escaños legislativos: los lugares privilegiados en las listas plurinominales de las cámaras de diputados y de senadores, las propuestas para los diputados de los 300 distritos electorales federales y las fórmulas para el Senado de la República. Según resuelvan sus particulares desafíos en este terreno —de diversa índole, magnitud y complejidad—, los partidos políticos podrían modificar el escenario actual.

Pero con las elecciones federales no se acaba todo el pastel a repartir. En concurrencia con el proceso federal, el mismo 1° de julio se renuevan 6 gubernaturas, una jefatura de Gobierno, 473 diputaciones locales, 885 alcaldías, 16 delegaciones políticas (en el d.f.) y 20 juntas municipales (en Campeche). Concluiré en la próxima entrega.

Sociólogo (UIA), politólogo (IIEPA).

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