lunes, 9 de julio de 2007

Elena Poniatowska y Amanecer en el Zócalo

Apenas habían transcurrido escasamente tres días, cuando la escritora Elena Poniatowska recibió la agradable noticia de que había obtenido el Premio Internacional Rómulo Gallegos por su novela El tren pasa primero, publicada por Alfaguara, elegida entre 228 obras de 18 países, premio que recibirá el 2 de agosto en Caracas, Venezuela, la tierra que gobierna el Comandante Hugo Chávez (La Jornada, 27/06/2007), cuando este sábado 30 de junio presentó su libro más reciente, Amanecer en el Zócalo, con el subtítulo Los 50 días que confrontaron a México, el escenario geográfico de la presentación fue el Monumento a la Revolución, al que acudieron más de dos mil 500 personas, entre ellos, el autor de estas líneas.

Si Carlos Monsiváis es el mejor cronista de México, sin duda alguna Elena Poniatowska es la mejor cronista de nuestro país, la extraordinaria crónica que acaba de publicar en la editorial Planeta, un texto de 395 páginas, es una narrativa de la resistencia civil que encabezó Andrés Manuel López Obrador, el político tabasqueño que ha luchado con dignidad durante 25 años para construir en nuestro país una democracia auténtica, no simulada, como las que nos han impuesto a través de muchas trampas los presidentes surgidos del PRI y ahora del PAN.

El libro comienza con un homenaje a Jesusa Rodríguez Jesu, como le llama de cariño su amiga la escritora, quien jugó importantes roles en ese enorme plantón: maestra de ceremonias, organizadora, el alma del movimiento, la segunda figura más importante después de Andrés Manuel; continúan unas fotos no sólo de los principales líderes del Frente Amplio Progresista (FAP), sino gente del pueblo, de los de abajo, con dos fotos más del fraude al desnudo de Cecilia Márquez, pintora y activista que cuando se acostó boca abajo durante 20 minutos en el centro de Guadalajara, con un diminuto bikini y después sin nada, los fotógrafos y camarógrafos se dieron vuelo fotografiándola.

En las páginas que siguen, a partir de la 15, se inicia la extraordinaria y amena crónica que Elena Poniatowska fue redactado a partir del 29 de julio, día en que Andrés Manuel decidió instalarse en campamentos en el Zócalo y la avenida Reforma de la ciudad de México, hasta que los facinerosos magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), ordenaran volver a contar los votos en todas las casillas; petición que no hicieron porque hubo muchísimo dinero de por medio desde Los Pinos, como dice López Obrador en su más reciente libro La mafia nos robó la presidencia.

La escritora y periodista, nacida en Francia en 1933 y naturalizada mexicana en 1969, a quien por cierto conocí en Ciudad Juárez, Chihuahua, en la década del 80, al ser invitada como conferencista por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, en la que fui profesor, hasta el último día de la crónica el 17 de septiembre de 2006, no sólo le da espacio en su libro a los intelectuales, analistas y periodistas que apoyaron al Peje, sino también a quienes no estaban de acuerdo con él, pero además le dio espacio a los de abajo, para que dieran sus opiniones sobre la resistencia pacífica, uno de ellos, un campesino de Ciudad Obregón, llegó a decir en referencia a López Obrador “cuídelo mucho, porque un líder así surge en la vida de un país cada 100 años”.

Así como el escritor Ignacio M. Altamirano le dio espacio a los grandes intelectuales de su tiempo, cuando fundó el semanario El Renacimiento en 1869, en el que escribieron los intelectuales liberales y conservadores después del triunfo del presidente Benito Juárez sobre Maximiliano de Habsburgo y los conservadores que le fueron a ofrecer el trono de México; así también Elena Poniatowska en Amanecer en el zócalo entreteje las diferentes voces de la derecha e izquierda, en esta formidable crónica de 50 días.

Entre las voces más conspicuas de la derecha figuran: Enrique Krauze, Sergio Sarmiento, Sara Sefchovich, José Woldenberg, Jorge Alcocer y Federico Reyes Heroles (que giraron hacia la derecha, en un desmedido oportunismo), Jorge G. Castañeda, entre otros escritores y políticos oficiosos.

Por su parte, las voces más emblemáticas del ala progresista, incluso, intelectuales sin partido que escribieron: Octavio Rodríguez Araujo, Víctor Flores Olea y Enrique González Pedrero (profesores de AMLO en la FCPyS de la Unam), Lorenzo Meyer, Blanche Petrich, Guadalupe Loaeza, Rosario Ibarra de Piedra, Jaime Avilés, Juan Villoro, Luis Villoro Toranzo, Rafael Segovia, Miguel Angel Granados Chapa, Adolfo Sánchez Rebolledo, Julio Hernández López, Denise Dresser, Marta Lamas, Julio Scherer García, José Agustín Ortiz Pinchetti, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Camacho Solís, Rafael Barajas El Fisgón, Pablo González Casanova, Carlos Fuentes, Rogelio Ramírez de la O, René Drucker, José María Pérez Gay, Guillermo Almeyra, Carlos Payán Velver, Ignacio Marbán, Carmen Aristegui, José Gutiérrez Vivó, Enrique Quintana, Luis Mandoki, entre otros grandes intelectuales que prefirieron morir de pie que vivir arrodillados.

Mención especial merecen los escritores Carlos Monsiviás y Sergio Pitol, que apoyaron desde el inicio de la resistencia civil al Peje, sin embargo, una vez que se tomó la decisión de hacer el enorme plantón en el Zócalo y Reforma no estuvieron de acuerdo, sin embargo, la amistad y la simpatía por Andrés Manuel, como uno de los grandes líderes políticos del momento, moralmente siempre estuvieron con él.

Amanecer en el Zócalo, escrita por Elena Poniatowska, como dice Carlos Monsiváis, que representa lo mejor del país, lejos de afectar su imagen, como pretendía la derecha yunkista, rapaz e ignorante, se ha visto fortalecida. La presentación de Amanecer en el Zócalo, en el Monumento a la Revolución, fue un hermoso ejemplo de ello.

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