Ernesto Ortiz Diego
“No es justo que se nos cierren las puertas. La mayoría de los alumnos sabemos que mientras no se acredite la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG) ante el Consejo Mexicano para la Acreditación de la Educación Médica (Comaem) vamos a perder muchas cosas, sobre todo la credibilidad ante la sociedad”, me decía una estudiante de medicina de la Facultad que fundó el médico Arrizon en Acapulco, el autor de estas líneas venía el pasado sábado 6 de marzo, de este puerto donde había ido a impartir un curso de ciencia política.
“Y como no reprobar si, para muestra, la UAG está viviendo un convulsionado y violento proceso de rector”, volvió a insistir la alumna de medicina, en su rostro, se le veía su enorme preocupación por lo que estaba sucediendo en su universidad.
Ayer escribí sobre las mejores universidades públicas del país entre las que destacan: San Luis Potosí, Nuevo León, Yucatán, Ciudad Juárez, Chihuahua, Baja California y Aguascalientes.
Pero también está el otro rostro de la educación pública superior, el que conforman 40 universidades públicas que han sido “reprobadas” en sus estándares de calidad en la mayoría de sus programas.
Este grupo se subdivide en dos:
En el primero están ocho universidades que tienen “rendimientos mínimos de calidad” en la mayor parte de sus licenciaturas y posgrados, y que sólo han “pasado la prueba de calidad” en algunos programas académicos, estas universidades son: Campeche, Coahuila, Durango, Guadalajara, Tabasco, Tamaulipas, Zacatecas y Chapingo.
El segundo grupo lo integran las 32 peores universidades, las que no han acreditado una sola de sus licenciaturas ni de posgrado, en los estándares de calidad a que han sido sometidas por organismos evaluadores como la Secretaría Educación Pública y la ANUIES. Aquí sobresalen los casos de las universidades públicas como: la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), la Benito Juárez de Oaxaca, California Sur, Chiapas, la Nicolaíta de Michoacán, Nayarit, Sinaloa y Tlaxcala.
Arturo Contreras Gómez, rector de la UAG, afortunadamente ya de salida, pues el 6 de abril habrá de entregar la rectoría a quien triunfe de los dos candidatos, va a entregar una universidad en crisis, al borde del precipicio. Y conste que no menciono a ninguno de los dos candidatos a rector, para que un tal José Hernández, conocido por su trayectoria como matraquero, no haga una defensa rabiosa de lo indefendible.
Entre las principales causas del deterioro en estas universidades, según las conclusiones recientes de la ANUIES, es mala planeación, la escasa evaluación de la calidad académica, profesores con bajo perfil académico, el activismo politiquero, desviación del presupuesto universitario, oscurantismo, perfil fascistoide, sindicalismo oficial al servicio del rector en turno, nepotismo, entre otros graves problemas, que en lugar de disminuirlos, cada día aumentan, volviéndose un círculo vicioso.
Finalmente, estas líneas no son producto de una mala voluntad hacia la UAG, como algunos aduladores del rector que prometió “una universidad para todos”, y que al final de su periodo de cuatro años, convirtió a la institución a favor de su familia y de sus amigos. Es el ojo crítico que desea que el próximo rector que surja de la voluntad mayoritaria los días 12 y 13 de marzo de este 2010, termine con tantos vicios ancestrales, y proyectar a una Nueva Universidad en la que haya apertura universal, que ya deje de ser un coto de poder para mafias que se han enquistado en la UAG, que lastiman no solo a la comunidad universitaria, sino a la sociedad guerrerense.
eodiego@yahoo.com.mx
1 comentario:
Viejo, la UAG si esta acreditada ante el COMAEM http://www.comaem.org.mx/ede_acreditacion.html
Publicar un comentario