jueves, 3 de abril de 2008

GABINETE DE POCAS LUCES Y MUCHAS SOMBRAS

La reciente renuncia del contador Carlos Álvarez Reyes a la secretaría de Finanzas y Administración del gobierno del Estado, es una renuncia anunciada con el propósito de ser diputado por la vía plurinominal por el PRD y próximo presidente de la Comisión de Gobierno del H. Congreso del Estado, esto es si el sol azteca vuelve a repetir como partido mayoritario en los próximos comicios del 5 de octubre, para manejar el presupuesto millonario que administra el Poder Legislativo, es también un mensaje para Armando Chavarría Barrera porque ya no controlará el Congreso a través de su personero.

Están pero no se ven. No dan luz ni pintan pero cobran como si trabajaran a favor de los guerrerenses. Algunos apenas se atreven a hablar, más por necesidad que por virtud. Son titulares de sus despachos pero parecen simples encargados: no toman decisiones y pocas veces ejecutan. Fueron colocados en la primera línea pero casi siempre están a la zaga.

De los que aun siguen en el gabinete original, no son víctimas de la violencia del Estado ni de la guerra sucia. No los desapareció el ejército ni se los llevó, con paradero desconocido, alguna misteriosa corporación policíaca. Se trata de desaparecidos políticos del gabinete del gobernador Zeferino Torreblanca Galindo. Ese séquito de pro-hombres y mujeres que más que colaborar con el gobernador, lo acompañan en calidad de testigos, de damas de compañía. Ese grupo prometió jugársela con el gobernador y que a mitad del actual sexenio de haber protestado el cargo, nada más no levantan el vuelo.

Transparente casi invisible. Así ha sido el equipo de gobierno ---por así decir--- de Zeferino Torreblanca Galindo. Han sido las omisiones y no las acciones lo que ha marcado el ritmo y el tono de su desangelado “quehacer” gubernamental.

Lo que en un principio parecía un equipo de “unidad de mando” del primer gobernador no priista en Guerrero, hoy luce como desgajado, ya se fueron varios de ellos, algunos con la esperanza de posicionarse mejor, otros no dieron el ancho. De los tres más cercanos colaboradores ya están colocados en la mira de la nueva estrategia del gobernador: Gloria Sierra López, de secretaria de Desarrollo Social a la presidencia Municipal de Acapulco; Carlos Álvarez Reyes, de secretario de Finanzas y Administración a Presidente de la Comisión de Gobierno del Congreso del Estado; y Julio Ortega Meza, de coordinador de Enlace Político Institucional a diputado presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública del Congreso del Estado. Una evidente estrategia del gobernador por controlar dependencias donde hay más dinero y por supuesto, evitar auditorías que no convengan para el grupo en el poder, y autorizar auditorías para sus adversarios políticos, como el caso de Félix Salgado Macedonio, para inaugurar una cacería de brujas. Sólo que Gloria Sierra tiene el inconveniente de que difícilmente le ganará al senador Luis Walton Aburto; Carlos Álvarez pudiera no llegar a su objetivo, porque es muy difícil que el PRD vuelva a ser mayoría en el Congreso, se le pudiera atravesar Héctor Vicario Castrejón, del PRI, quien será anotado en primer lugar en la lista de los pluris tricolores, el brazo derecho de don Rubén Figueroa Alcocer. El único que si puede llegar a su objetivo es Julio Ortega Meza.

Conjurada la crisis de arranque y pasada la curva de aprendizaje, es hora de cambiar de estrategia y, de colaboradores. Parece el momento de compartir micrófono y reflectores con su equipo de gobierno. No es por altruismo sino por conveniencia política: el gobernador necesita de un equipo solvente en lo administrativo y eficaz en lo político, pero esto está por verse en los próximos tres años; el último tramo del sexenio zeferinita con pocas luces y muchas sombras.

Hipótesis hay varias: por el estilo personal de gobernar de ZTG: un gobernador desconfiado y concentrador, lo cual no deja de evocar los tiempos de Carlos Salinas de Gortari ---referente más o menos conspicuo de la presente administración---, aquellos días en los que no se movía un expediente sin que el chaparrito ---o el Jefe de la Oficina de la Presidencia, el francés Joseph Marie Córdoba Montoya--- diera su visto bueno (en el quipo de ZTG es el tamaulipeco Humberto Sarmiento Luebert, coordinador general del Ejecutivo Estatal, el referente más parecido a Joseph Marie), aquellos tiempos en los que el entonces coordinador de Comunicación Social, Otto Granados Roldán, palomeaba a todos los directores de comunicación social del gobierno federal y controlaba, desde Los Pinos, la presencia pública de los miembros del gabinete.

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