sábado, 3 de mayo de 2008

NI CÓMO NI CON QUIÉN

La debacle del PRD es un asunto delicado, sin duda alguna, que afecta al sistema político mexicano en su conjunto por tratarse de la segunda fuerza legislativa en la Cámara de Diputados, tercera en el Senado y también tercera en el reparto del poder estatal y local. Aquí en Guerrero es la primera fuerza político-electoral aunque Zeferino Torreblanca Galindo no gobierna con los principios y doctrina de la izquierda.

Dos años después de su mayor triunfo electoral a nivel nacional y tres años en Guerrero el principal referente de la izquierda partidista se encuentra al borde del precipicio. La responsabilidad del sol azteca y el movimiento lopezobradorista es fundamental e ineludible para explicar el encono y la polarización política: el hartazgo social y la estupefacción ciudadana, al igual que con Torreblanca Galindo en nuestra entidad; el estancamiento de la deliberación pública y las campañas de descalificación que llenan nuestra vida pública.

Pero, evidentemente, el crédito no es todo suyo: la democracia mexicana deambula como responsabilidad de muchos. El investigador Alberto Aziz lo sintetiza bien: “En los últimos años pasamos de una breve y volátil transición electoral a una fase de crisis del sistema político con graves signos de autoritarismo e impunidad. La desconfianza en las instituciones no tiene un solo signo político partidista; el problema es que todos están subidos en el mismo barco del desprestigio. Todos los días se acumulan expresiones siniestras de la misma crisis institucional”.

Ni para donde hacer. El otro referente de la izquierda partidista, por ejemplo, el ahora Partiso Socialdemócrata, repite el pragmatismo ramplón, gansteril, que llegó criticando a los viejos partidos, y lo hace de manera agravada: “No hubo contemplaciones y acomodos ---esgrime el articulista de La Jornada, Adolfo Sánchez Rebollledo---, pues una parte hizo desaparecer (en el plano formal) a la otra. El partido del diálogo y la tolerancia, arropado por el respeto a la diversidad y los derechos de las minorías, fue incapaz de sentarse a la mesa a discutir las diferencias. O, tal vez, pensando lo peor, éstas importaban menos que apoderarse de la sartén de las prerrogativas”.

Ni cómo ni con quién. Por otro lado, vemos a legisladores convertidos en activistas sociales, secuestrando el Congreso, transformando los salones de plenos de ambas cámaras en réplicas del auditorio Ché Guevara en Ciudad Universitaria, con mantas y consignas “cegehacheras”.

Y por la extrema derecha, a una organización civil como Mejor Sociedad/Mejor Gobierno ---que define su misión como “renovar la política y el civismo con los principios y valores del humanismo solidario”--- orquestando una campaña mediática vulgar, difamante e ilegal, dirigida a avivar el fuego de la polarización.

Ni la “gente decente” de la sociedad civil ni los profesionales de la sociedad política ---en términos de Gramsci--- Porque este nuevo capítulo de guerra sucia hace preguntarse a muchos por la Secretaría de Gobernación y su titular: ¿Dónde está Mouriño?, se preguntan y se contestan algunos panistas: “Se le ha visto en la boda del hijo de un senador o en una carrera de autos, pero nada más, no hay operación con los partidos”. De tal suerte que el encargado de la política interior, al igual que las autoridades judiciales, hace mutis ante las violaciones ---difamación, calumnia, daño moral en contra de Andrés Manuel López Obrador--- al Código Civil Federal (artículo 1916 y Ley Federal de Radio y Televisión ( artículo 10).

Este clima, a su vez, nos recuerda al flamante administrador y vigilante de la publicidad política, el IFE, que retira el spot de la ultraderecha pero no puede evitar ser burlado por las televisoras: Televisa se pasa por el arco del triunfo las “medidas cautelares” dictadas por el IFE; TV Azteca hace su propia interpretación de la reforma constitucional para transmitir los anuncios contratados por el FAP para convocar a un mitin en el Zócalo.

Aunque también, vemos a un IFE “renovado” sujeto a sus propios yerros, deslices y ocurrencias como el desproporcionado aumento del 20 % en los salarios de los consejeros “para cumplir con la Constitución”, faltaba más; el disparate del consejero presidente sugiriendo exhibir las boletas electorales de la elección presidencial 2006 en vitrinas (metáfora cruel del estado que guarda la democracia nacional); la decisión de dar carpetazo al asunto de los spots no declarados durante el anterior proceso electoral, o la solicitud de aumento al presupuesto (casi mil 500 millones ) para el trabajo de monitoreo audiovisual. En suma, todo lo contrario a la racionalidad manifiesta del relevo.

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