EL ÚLIMO CANON DEL AÑO CON AGUIRRE
Ernesto Ortiz Diego
Habrá que acostumbrarse a navegar a ciegas, sin instrumentos ni hoja de ruta en el gobierno tambaleante de Ángel Aguirre Rivero. A improvisar sobre la marcha a identificar por instinto (olfato, corazonada, augurio) la ubicación precisa tras cada golpe de remo o timón.
Resignarse a imaginar cómo hubiera sido Aguirre un gobernador con experiencia, con servidores públicos que reunieran el perfil para los puestos que fueron nombrados, sin facturas que pagarle al PRD y sin las familias (Aguirre y Salgado) en la nómina del gobierno del Estado.
Hipótesis instantánea, soluble, desechable, para un dilatadísimo primer fin de año aguirrita. No hay otra forma de abordar el acontecimiento de los dos estudiantes de Ayotzinapa por un gobierno represor, que los engañó citándolos para una audiencia el 12 de diciembre, sin embargo, en forma perversa las distintas corporaciones policíacas y el ejército los recibieron a balazos y hubieran muerto más estudiantes solo que corrieron del lugar de los hechos en Chilpancingo, para ponerse a salvo.
En tales circunstancias, la política es sinónimo de coyuntura y el saber convencional del Ancien Régime sirve efectivamente para nada. Disuelto el canon perredista en el ácido de la alternancia, sus ritmos, pautas, tiempos y valores entendidos terminan por nublar o entorpecer el entendimiento más elemental de los fenómenos del poder en condiciones de competencia y pluralidad. El gobierno de Aguirre comenzó de cero y sin agarraderas. Atenido al azar, la contingencia, la fatalidad, la buena mala estrella de un gobierno sin operadores, asesores y estrategas eficientes sobre todo del Aparato Represivo del Estado (ARE) comenzando con el secretario General de Gobierno, el subsecretario de Asuntos Políticos, el director de Gobernación, el secretario y subsecretario de Seguridad Pública, el procurador General de Justicia y el director de la policía ministerial.
¿Qué dice el viejo canon sobre el primer año de gobierno de Aguirre? Prodigio de sentido común y pragmatismo, de equilibrios y simulaciones, el memorial de las reglas no escritas apuntan al crepúsculo del poder absoluto, donde se gobierna con los cuates, los recomendados y los viejos priitas desfasados de los conocimientos de cómo es el nuevo arte de gobernar.
Cumplida la etapa de la asunción (primer año), posible consolidación o caída del gobierno de Aguirre (segundo año), reacomodo (tercer año) y despliegue a plenitud (cuarto y último año), disponer de todo lo que caiga en el año de Hidalgo, a robar todo lo que más se pueda, porque el aguirrismo ya no volverá a gobernar, los guerrerenses seguramente ya no quieren saber nada de un gobierno que reprimió, asesinó, nespótico y que robó.
Ofrenda en la piedra de sacrificios para garantizar el nuevo sol, la continuidad y el continuismo. Luego el silencio: muerte política, muerte civil, del huey tlatoani.
Antes de cumplirse el primer año del cuatrienio aguirrista, es posible que venga la renovación de su gobierno si es que quiere continuar en el poder, que pudiera permitir al gobernador soltar lastre y sacudirse herencias envenenadas o disfuncionales: asegura la ejecución/consumación del programa de gobierno que reinventa la Historia en cada ciclo.
El cuarto año, si es que no cae antes, no se ve que vaya a ser de esplendor y magnificencia. Se presagia un mal fin. La administración palaciega del proceso sucesorio –juego de “tapados”, descarte, dedazo y unción- señala el climax que antecede al declive.
A lo largo del cuatrienio, el gobernador Aguirre seguirá perdiendo peso, piso y centralidad. La sombra de su sucesor multiplicará las zonas de penumbra, aunque en el ejercicio del poder residual –el largo impasse con doble gobernador, en funciones y electo- la omnipotencia pueda exhalar un último suspiro como desplante de soberbia, arbitrariedad o “desagravio”: endeudar, dilapidar y maniobrar para dejar al próximo sucesor de Aguirre, una entidad en deuda peor de cómo la dejaron René Juárez Cisneros y Zeferino Torreblanca Galindo: resultado en una entidad guerrerense con mayor crisis de gobernabilidad, más empobrecida, con más pobres y excluidos.
sociólogo (UIA), politólogo (IIEPA)
eodiego@yahoo.com.mx
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