miércoles, 30 de junio de 2010

AGUAS BLANCAS: 15 AÑOS DE IMPUNIDAD

Armando Bartra –sociólogo y antropólogo- nos recuerda que, La Costa Grande de Guerrero es laboratorio donde los magnos acontecimientos de nuestra historia se reproducen in vitro; escenario teatral en donde el drama de la nación es representado por actores locales.

Hace exactamente 15 años, el 28 de junio de 1995, en el vado de Aguas Blancas, municipio de Coyuca de Benítez, Guerrero, un grupo de campesinos inermes, perteneciente a la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), que se dirigía a un mitin, fue atacado salvajemente por policías del estado.

Carlos Monsiváis y Julio Scherer, escribieron en el libro Tiempo de saber, prensa y poder en México, que en aquella ocasión fueron asesinados 17 campesinos y muchos más resultaron heridos. La orden de represión vinieron del gobernador Rubén Figueroa Alcocer, enfurecido ante la movilización de campesinos desarmados (pp. 294-295).

La Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió una resolución el 23 de abril de 1996, es decir, después de que transcurrieron diez meses, donde se indicaba los responsables de la brutal matanza encabezada por Rubén Figueroa Alcocer, Héctor Vicario Castrejón, entre otros. Scherer y Monsiváis, señalaron que, a pesar de que la resolución dictaminó la responsabilidad de altos funcionarios públicos, y en algunos casos se ejercieron las acciones penales correspondientes. Eso no importó para el presidente Ernesto Zedillo, de aquel entonces, el desenlace les favoreció y todos resultaron absueltos o con sentencias menores.

A pesar de la decisión judicial y de las recomendaciones de la CNDH y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, no se procesó a los funcionarios involucrados. El Poder Judicial de Guerrero liberó a 16 policías participantes directos en el crimen, acusados por los delitos de homicidio, lesiones y ejercicio indebido del servicio público, que sólo purgaron algunos de ellos tres módicos años de prisión.

En las primeras semanas y meses, señalan Monsiváis y Scherer que, el caso Aguas Blancas no le interesaba demasiado a la prensa, que –sin estas palabras, con esta actitud- la consideraba uno más de los episodios de la violencia agraria, o que se sentía muy defendido por Zedillo al gobernador Figueroa; por cierto compadres.

Pero que la resonancia verdadera del hecho ocurrió meses después, al transmitir Ricardo Rocha en su programa de Televisa un video de la matanza, que se le entregó “por vía anónima”. La frialdad absoluta de los policías, y su indeferencia ante la cámara de video que los registró en el momento de asesinar, se complementa con los ayes de lo heridos y moribundos, con los campesinos agazapados y los cadáveres. Y sólo la exhibición del video activó a la prensa.

Pero fue la prensa nacional y numerosas organizaciones sociales las que presionaron al gobierno priista de Zedillo para que Figueroa Alcocer solicitara licencia definitiva ante el Congreso de Guerrero para dejar el cargo de gobernador el 12 de marzo de 1996, al ahora senador Ángel Aguirre Rivero, que por aquel entonces era el presidente del Comité Directivo Estatal del PRI.
A Carlos Montemayor y Carlos Monsiváis, en paz descansen.

Mientras que la Red de Defensa de los Derechos Humanos, continúa exigiendo castigo a los responsables intelectuales y materiales de la masacre de Aguas Blancas. Alto a la militarización de Guerrero y del país. Alto a la criminalización de la protesta social y de la defensa de los derechos humanos. Libertad a todos los presos políticos y de conciencia del país. Y la presentación con vida de todos los detenidos.

Rubén Figueroa Alcocer se encuentra tras del trono de Zeferino Torreblanca Galindo, y Héctor Vicario Castrejón, preside la Comisión de Gobierno del Congreso del Estado y busca por segunda ocasión la candidatura a gobernador por el PRI como si nada hubiera pasado aquel brutal 28 de junio de 1995 en el vado de Aguas Blancas.

eodiego@yahoo.com.mx

sábado, 26 de junio de 2010

MONSI, LA CONCIENCIA CRÍTICA DE MÉXICO

La primera vez que vi a Carlos Monsiváis, hace algunos años, fue en el Palacio de Hierro-Durango, en la ciudad de México, era inconfundible, su cabellera blanca, pantalón de mezclilla y chamarra azul, sumamente sencillo, amable, en mi caso, ya tenía conocimiento de su enorme popularidad por ser la conciencia crítica de México.

Sin duda alguna, fue el mejor cronista y ensayista que ha tenido México, Monsi, siempre se definió como heredero de Ignacio Ramírez “El Nigromante” y de su alumno predilecto, Ignacio M. Altamirano. Aunque había estudiado en la Facultad de Economía (1955-58) y en la Facultad de Filosofía y Letras (1955-60) en la UNAM, asimismo, en la Universidad de Harvard (1965); en el ejercicio del periodismo y de la literatura, lo que él en realidad practicaba era la sociología latinoamericana, apoyándose siempre en la historia, porque sus crónicas no se circunscribían a la Ciudad de México (La Merced), donde nació el 4 de mayo de 1938, sino que su pensamiento se situaba en el contexto latinoamericano.

Con el fallecimiento de Monsi, este 19 de junio en su ciudad natal, la cultura popular y la literatura de habla hispana y portuguesa se han quedado huérfanas, porque antes de su muerte se le adelantaron Carlos Montemayor (28 de febrero de 2010); Gabriel Vargas (25 de mayo de 2010); Bolívar Echeverría (5 de junio de 2010); José Saramago (18 de junio de 2010). Entre Saramago, premio Nobel de Literatura en 1998 y Monsi, el fallecimiento de los dos fue únicamente de un día de diferencia, fueron grandes amigos, juntos entrevistaron en marzo de 1998 y el 20 de diciembre de 2000 al subcomandante Marcos en Chiapas.

Los grandes amigos de juventud de Monsi, fueron los escritores José Emilio Pacheco y Sergio Pitol, con este último, defendió a López Obrador en contra del fraude electoral orquestado por Felipe Calderón y el PAN, en el proceso presidencial de 2006. Una herida aún abierta contra la democracia mexicana. Otras amistades de Monsi, fue la escritora Elena Poniatowska, Rafael Barajas “El Fisgón” y José María Pérez Gay, con este último viajó a Rusia. Con Monsi, José Emilio y Pitol, se habían tomado una foto hace 50 años en la ciudad de México, y en la Feria Internacional del Libro, de Guadalajara se tomaron la segunda foto en diciembre de 2009, José Emilio Pacheco, emocionado, se le atravesó un presagio: “Esta será la última que …”, el 19 de junio, desafortunadamente, la muerte de Monsi, le completó la frase.

Monsi, tenía una enorme cultura, era prolífico, admiraba al escritor Tixtleco, Ignacio Manuel Altamirano, por ello, la doctora Nicole Giron, lo invitó en su tiempo, para que escribiera un prólogo en 1987, en las obras completas del maestro Altamirano, en el tomo VII, veamos lo que escribió: “ Hay que enseñarle al lector los sentimientos nacionales, los métodos de ironía y sarcasmo que incluyen a su propio ambiente, las reacciones morales, incluida la más ardua, la que suscita la presencia de la miseria externa. El espíritu nacional se construye de reacciones extremas (el amor al pueblo, la devoción por la patria, el odio a la injusticia) y, el sacudimiento del alma ante la miseria es un signo de la moral de la nación”.

Monsi y Julio Scherer García, escribieron el libro “Tiempos de saber”, sobre el caso Aguas Blancas, municipio de Coyuca de Benítez, del 28 de junio de 1995, ambos expresaron: “La Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde se indica los responsables, el gobernador Rubén Figueroa Alcocer; José Rubén Robles Catalán, ex secretario general de Gobierno; Antonio Alcocer Salazar, ex procurador general de Justicia; Rodolfo Sotomayor Espino, ex primer subprocurador de Justicia; Gustavo Olea Godoy, ex director de la Policía Judicial; Rosendo Armijo de los Santos, ex subsecretario de Protección y Tránsito, Adrián Vega Cornejo, ex fiscal especial; y Esteban Mendoza Ramos, ex director general de Gobernación; todos ellos del estado de Guerrero”. La resolución dictamina la responsabilidad de altos funcionarios públicos, y en algunos casos se ejercen las acciones penal correspondientes. No importa: el desenlace les favorece y todos resultan absueltos o con sentencias menos.

El tiempo, les dio la razón a Monsi y Scherer. Por alguna razón, la SCJN, no citó el nombre de Héctor Vicario Castrejón “el hombre del maletín”, quien compró a la familia de los asesinados de Aguas Blancas, perversidad aún sin justicia.

En unos de sus Iibros más recientes, Las herencias ocultas. De la Reforma liberal del siglo XIX (2006), la conciencia crítica de México, le dedicó un ensayo al maestro Altamirano “O somos liberales, o somos liberticidas”. Monsi, Descasa en paz.

eodiego@yahoo.com.mx