viernes, 4 de abril de 2008

EL DRAMA INTERNO DEL PRD

Sea quien sea, además del descrédito por el “lodazal”, el “desastre” y la “degradación” ---la descripción de cortesía de Cuauhtémoc Cárdenas---, la cabeza del PRD tendrá a media militancia en su contra. Asimismo y aunque gane Alejandro Encinas, el nuevo dirigente deberá encarar la contradicción lógica que supone el partido-movimiento, administrar la esquizofrenia de la política-antipolítica sin entrar en shock.

La mejor salida del drama interno, empero, no traerá la reconciliación entre “dialoguistas” y “ultras”. Tampoco desaparecerá el hecho de que el movimiento pejiano siga por la libre, en vías alternas a la carretera institucional que pasa necesariamente por el Congreso de la Unión y los legisladores del FAP. La Convención Nacional Democrática desborda la vía parlamentaria y partidista, pone en aprietos la lógica democrática de las mayorías legislativas y la representatividad.

Desde cualquier ángulo, la línea de la resistencia en defensa por el petróleo supone un nuevo trabuco legal e institucional, un nuevo recorrido con un pie en las instituciones y otro en las calles, según deja ver el mapa delineado el 18 de marzo: cerco ciudadano a la Cámara de Diputados, huelga legislativa o paro nacional patriótico para frenar cualquier intento de reforma energética.

Tanto en el discurso como en el proyecto de Andrés Manuel López Obrador, el PRD no es el eje articulador: la gente siempre es más. El conflicto entre el líder ---social y partidario, guste o no--- y amplias franjas de la militancia ---no sólo los Chuchos--- no será resuelto con el cambio de dirigencia; ni aunque Alejandro Encinas convierta al PRD en la “columna vertebral” de la Convención Nacional Democrática, el Frente Amplio Progresista (legisladores del PRD, Convergencia y el Partido del Trabajo) y el Gobierno Legítimo. La tensión de la política-antipolítica ni siquiera se diluiría con la creación de un nuevo partido de izquierda, de confección pejiana, porque estamos ante una forma política contradictoria para el mismísimo sentido común: un partido (institucional) con un movimiento (no-institucional).

No obstante, la experiencia histórica indica que hay que ir más allá del sentido común. Bien visto, la tensión conceptual del perredismo no lo es tanto en la práctica. Los ejemplos abundan, aunque casualmente son más los de derecha: Europa ---la “civilizada” Europa--- pululan las expresiones raciales: Frente Nacional de Jean Marie Le Pen en Francia, el Movimiento de Jor Haider en Austria, sin faltar los ousiders clásicos como Berlusconi; en Norteamérica: Ross Perot (sin éxito); América Latina: Fujimori …”En los últimos quince años, muchas democracias en Occidente, tanto viejas como más recientes, han visto la emergencia de estos partidos anti-política. Se trata de partidos de choque, descritos muchas veces como populistas o extremistas, que centran todo su discurso en el cuestionamiento a la política oficial. Todos ellos acusan a la ciudadanía , y califican a los funcionarios públicos de ser una clase homogénea de villanos incompetentes que sólo buscan el enriquecimiento personal y mayor poder”.

Nada nuevo ni en México ni en el mundo…Es más, habría que recordar que ser un partido-movimiento es una cualidad genética del PRD. Una serie de movimientos urbanos, sociales, sindicales, circulan por su sangre. Así que el dilema de las instituciones o la plaza pública siempre estuvo más allá de la actual renovación de la dirigencia.

Y se sabe que el movimiento pejista, tendrá algo así como un millón 700 mil “registrados” (producto de las giras de López Obrador) y las siglas de Convergencia y el PT. Pero aunque la sufren ---por ejemplo, votaciones divididas en el Congreso: reforma fiscal, presupuesto, Cofipe, Consejeros del IFE, reforma judicial---, la preocupación de la esquizofrenia partido-movimiento parece preocupar más al exterior que al interior del partido.

Por mencionar algo: entender el binomio partido-movimiento como “democracia o revolución” está fuera de toda proporción. Ningún bando perredista está abiertamente por la disyuntiva ---todavía hay grados y diferencias, ¿o es lo mismo PRD que EPR? Ni pensarlo.

jueves, 3 de abril de 2008

GABINETE DE POCAS LUCES Y MUCHAS SOMBRAS

La reciente renuncia del contador Carlos Álvarez Reyes a la secretaría de Finanzas y Administración del gobierno del Estado, es una renuncia anunciada con el propósito de ser diputado por la vía plurinominal por el PRD y próximo presidente de la Comisión de Gobierno del H. Congreso del Estado, esto es si el sol azteca vuelve a repetir como partido mayoritario en los próximos comicios del 5 de octubre, para manejar el presupuesto millonario que administra el Poder Legislativo, es también un mensaje para Armando Chavarría Barrera porque ya no controlará el Congreso a través de su personero.

Están pero no se ven. No dan luz ni pintan pero cobran como si trabajaran a favor de los guerrerenses. Algunos apenas se atreven a hablar, más por necesidad que por virtud. Son titulares de sus despachos pero parecen simples encargados: no toman decisiones y pocas veces ejecutan. Fueron colocados en la primera línea pero casi siempre están a la zaga.

De los que aun siguen en el gabinete original, no son víctimas de la violencia del Estado ni de la guerra sucia. No los desapareció el ejército ni se los llevó, con paradero desconocido, alguna misteriosa corporación policíaca. Se trata de desaparecidos políticos del gabinete del gobernador Zeferino Torreblanca Galindo. Ese séquito de pro-hombres y mujeres que más que colaborar con el gobernador, lo acompañan en calidad de testigos, de damas de compañía. Ese grupo prometió jugársela con el gobernador y que a mitad del actual sexenio de haber protestado el cargo, nada más no levantan el vuelo.

Transparente casi invisible. Así ha sido el equipo de gobierno ---por así decir--- de Zeferino Torreblanca Galindo. Han sido las omisiones y no las acciones lo que ha marcado el ritmo y el tono de su desangelado “quehacer” gubernamental.

Lo que en un principio parecía un equipo de “unidad de mando” del primer gobernador no priista en Guerrero, hoy luce como desgajado, ya se fueron varios de ellos, algunos con la esperanza de posicionarse mejor, otros no dieron el ancho. De los tres más cercanos colaboradores ya están colocados en la mira de la nueva estrategia del gobernador: Gloria Sierra López, de secretaria de Desarrollo Social a la presidencia Municipal de Acapulco; Carlos Álvarez Reyes, de secretario de Finanzas y Administración a Presidente de la Comisión de Gobierno del Congreso del Estado; y Julio Ortega Meza, de coordinador de Enlace Político Institucional a diputado presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública del Congreso del Estado. Una evidente estrategia del gobernador por controlar dependencias donde hay más dinero y por supuesto, evitar auditorías que no convengan para el grupo en el poder, y autorizar auditorías para sus adversarios políticos, como el caso de Félix Salgado Macedonio, para inaugurar una cacería de brujas. Sólo que Gloria Sierra tiene el inconveniente de que difícilmente le ganará al senador Luis Walton Aburto; Carlos Álvarez pudiera no llegar a su objetivo, porque es muy difícil que el PRD vuelva a ser mayoría en el Congreso, se le pudiera atravesar Héctor Vicario Castrejón, del PRI, quien será anotado en primer lugar en la lista de los pluris tricolores, el brazo derecho de don Rubén Figueroa Alcocer. El único que si puede llegar a su objetivo es Julio Ortega Meza.

Conjurada la crisis de arranque y pasada la curva de aprendizaje, es hora de cambiar de estrategia y, de colaboradores. Parece el momento de compartir micrófono y reflectores con su equipo de gobierno. No es por altruismo sino por conveniencia política: el gobernador necesita de un equipo solvente en lo administrativo y eficaz en lo político, pero esto está por verse en los próximos tres años; el último tramo del sexenio zeferinita con pocas luces y muchas sombras.

Hipótesis hay varias: por el estilo personal de gobernar de ZTG: un gobernador desconfiado y concentrador, lo cual no deja de evocar los tiempos de Carlos Salinas de Gortari ---referente más o menos conspicuo de la presente administración---, aquellos días en los que no se movía un expediente sin que el chaparrito ---o el Jefe de la Oficina de la Presidencia, el francés Joseph Marie Córdoba Montoya--- diera su visto bueno (en el quipo de ZTG es el tamaulipeco Humberto Sarmiento Luebert, coordinador general del Ejecutivo Estatal, el referente más parecido a Joseph Marie), aquellos tiempos en los que el entonces coordinador de Comunicación Social, Otto Granados Roldán, palomeaba a todos los directores de comunicación social del gobierno federal y controlaba, desde Los Pinos, la presencia pública de los miembros del gabinete.