viernes, 27 de julio de 2007

Reforma del estado o reforma electoral en Guerrero

El próximo 13 de septiembre, coincidiendo con el 194 aniversario de los Sentimientos de la Nación, del generalísimo Morelos; los trabajos para la reforma del Estado o reforma Electoral, van a cumplir su primer año desde que se inició su organización; hasta ahora nadie sabe con exactitud qué vamos a tener los guerrerenses, es más, ni los propios sabios que integran la pomposa mesa de alto consenso.

Es común que en el lenguaje de los sociólogos, politólogos y juristas se utilice una terminología que a ojos de los no expertos en la materia, difícilmente distinguen a simple vista, me refiero a la triada: reforma del Estado, reforma política y reforma electoral. No es una cuestión semántica ni un capricho de los que saben. Reforma del Estado lo transforma todo. Reforma política cambia una parte del Estado. Y reforma electoral sólo cambia las leyes que regulan los procesos electorales; esta última, es la que quiere el gobernador Zeferino Torreblanca Galindo.

Como la reforma política al parecer queda descartada en Guerrero, me voy a los extremos, pensar en una reforma del Estado, al gobernador es a quien menos le interesa, porque no se propone transformar los cimentos del Estado ni procrear un nuevo régimen, porque él gobierna con priístas del renejuarismo y del figueroísmo, y por supuesto con empresarios guerrerenses y de otras entidades que piensan y actúan en el status quo, no en una transformación; un gatopardismo, “cambiar” para seguir igual.

Recordemos que paralelamente a la supuesta reforma del estado en Guerrero, a nivel nacional se está llevando a cabo una reforma del Estado que surgió del Congreso de la Unión, no del presidente como sucedió con Vicente Fox el sexenio pasado.

Si comparamos los temas de ambas reformas, la de Guerrero es mucha más amplia, 13 temas; en tanto que a nivel nacional sólo 5. El 26 de septiembre de 2006, el Frente Cívico de Chilpancingo, invitó a Jesús Vargas Vargas, asesor político del gobernador, para que explicara en qué consiste el proyecto de reforma democrática del estado de Guerrero, así la llamó él, a la que acudimos el ingeniero Gaudencio Díaz Jiménez y el autor de estas líneas por parte de los tixtlecos interesados en el tema. Estos son: 1. Reforma de los poderes públicos y órganos autónomos; 2. Procuración y administración de justicia; 3. Seguridad pública y protección ciudadana; 4. Democracia, partidos políticos y sistema electoral; 5. Función pública y buen gobierno; 6. Fortalecimiento municipal y regionalización; 7. Equidad de género; 8. Cultura y derechos indígenas; 9. Derechos humanos; 10. Desarrollo social sustentable; 11. Desarrollo económico sustentable; 12. Educación, investigación y cultura; y 13. Medios de comunicación.

El proyecto de reforma del Estado a nivel federal incluye sólo cinco rubros: 1. Régimen de Estado y de gobierno; 2, Democracia y sistema electoral; 3. Federalismo; 4. Poder judicial; y 5. Garantías sociales.

Las diferencias son muchas, pero el espacio es poco para explicarlas. La reforma del Estado en Guerrero, los 13 temas son repetitivos; además, carece de un blindaje, los foros son desangelados y quienes coordinan las mesas temáticas no son expertos en los temas, más bien son amigos del gobernador y del secretario general de Gobierno, son grillos y todólogos, pues.

Por su parte, el proyecto de reforma del Estado del presente sexenio calderonista, tiene un blindaje a través de la ley para la reforma del Estado, conocida como Ley Beltrones, porque fue propuesta por el senador priísta Manlio Fabio Beltrones, un ordenamiento de apenas 11 artículos y 6 transitorios; hace las veces de una guía, una agenda con términos puntuales, etapas detalladas y plazos perentorios para llevar a cabo una serie de enmiendas en los cinco rubros ya señalados.

El proceso de los trabajos es conducido por una Comisión Ejecutiva de Negociación y Construcción de Acuerdos del Congreso de la Unión (CENCA), integrada por los Presidentes de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores y de la Cámara de Diputados, los coordinadores de cada grupo parlamentario en ambas cámaras; además de la participación de representantes de los otros dos poderes: Ejecutivo y Judicial con derecho a voz, pero sin derecho a voto. Asimismo, los representantes de los partidos políticos.

De acuerdo con el artículo de la Ley Beltrones, la presidencia de la Comisión la detentan los presidentes de ambas Cámaras del Congreso de la Unión. Fue nombrado un secretario técnico y dos subcomisiones: Consulta Pública y Redactora; conformada la primera por 12 diputados y senadores; y hasta ocho especialistas en materia de derecho constitucional, sociólogos y ciencias políticas, de nacionalidad mexicana, reconocidos tanto por la calidad de su obra como por su trayectoria profesional. Además de la CENCA dispone de cuatro consejeros, especialistas en parlamentarismo, elecciones y constitucionalismo: María Amparo Casar, Porfirio Muñoz Ledo, Diego Valadés y Jorge Alcocer.

Las novedades que merecen por lo menos una mención del proyecto de Reforma del Estado a nivel federal son: 1. El Congreso de la Unión toma la iniciativa en una Reforma de Estado, algo que no sucedía desde 1821. 2. Los Poderes Judicial y el Ejecutivo solo son invitados. 3. Una ley que obliga a la reforma Ley Beltrones. Y 4. Garantías sociales, un repertorio heterogéneo de iniciativas que van desde la ampliación de la obligatoriedad de la educación a nivel medio superior y educación de calidad, además de la inclusión del principio de igualdad de género en las políticas públicas.

En suma, en nuestra entidad no se avizora que vayamos a tener en la fecha indicada una reforma del Estado, tal vez, tendremos una reforma electoral de baja intensidad, sin grandes vuelos. Tampoco parece que esta reforma pueda colocarse a la altura para que resuelva los problemas de los procesos electorales locales rezagados desde que el PNR hoy PRI tomó el poder en Guerrero a partir de 1929, y ahora con los gerentes amarillos, tricolores y azules, menos.

viernes, 20 de julio de 2007

Pablo Sandoval para la medalla Sentimientos de la Nación

Puntual en importantes citas con la historia, insobornable en su tenaz lucha por la construcción de la democracia, rebelde por naturaleza, ideólogo de la izquierda guerrerense, luchador social incorruptible, es la conciencia viva de un pueblo como el que soñó el generalísimo Morelos con los Sentimientos de la Nación, sobre todo, el Sentimiento número 12: “Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia”. Me refiero a Pablo Sandoval Cruz.

Esta lucha por la igualdad social desde 1813 que encabezó don José María Morelos y Pavón, a 194 años de distancia, de los Sentimientos de la Nación, la ha continuado el doctor Pablo Sandoval; como estudiante del glorioso Colegio del Estado, lo rememoro cuando encabezó el Movimiento Social que derrotó en 1960 al gobierno del general Raúl Caballero Aburto; su lucha no paró ahí, fue uno de los grandes activistas que lograron la autonomía de la hoy Universidad Autónoma de Guerrero (léase su libro: El movimiento Social de 1960).

Ya es tiempo de que la sociedad civil, como la que escribió Antonio Gramsci, desde las cárceles de Mussolini del fascismo italiano, le haga entender a la sociedad política, que los guerrerenses no necesitamos importar fuera de nuestra entidad federativa y menos de otras naciones a figuras relevantes, por lo menos, en este 2007, debido a que Guerrero tiene sus valores autóctonos, como es el bello ejemplo del doctor Pablo Sandoval, merecedor desde hace muchos años de la medalla Sentimientos de la Nación, un médico ilustrado, observador nato y defensor de los más pobres, de los indígenas y campesinos, como los que defendió Morelos con su espada, la Biblia y la ley. No es restarle mérito a las otras dos propuestas, sobre todo al escritor Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982, con su novela Cien años de soledad, de la cual se está celebrando los 40 años de su primera publicación, sin embargo, el escritor colombiano difícilmente vendría a Chilpancingo como sucedió con Adolfo Suárez, ex presidente de España; y Evo Morales, presidente de Bolivia; o en el caso de Enrique Villa Rivera, director del Instituto Politécnico Nacional, por cierto muy amigo de la familia Fox, que intervino para su ratificación como director del IPN, aunque desde luego tiene méritos propios.

Morelos en su tiempo, como ahora el doctor Sandoval Cruz, entendieron, como pocos, la sociedad civil: su consistencia, sus mecanismos, su lógica y su superestructura ideológica y política; por eso el primero, prefirió ser antes que titular del Poder Ejecutivo, siervo y esclavo de su Patria; con esa misma humildad se ha conducido el segundo; hay una noble identidad entre los dos prohombres en sus luchas por la igualdad social. Los dos, se ubicaron en la sociedad civil; no en la sociedad política, porque es en aquella, donde se construyen los cambios sociales a favor de los de abajo.

Al hilo de la cita anterior, el sociólogo brasileño Cándido Grzybowski ha sugerido algunos rasgos más marcados y comunes de la irrupción de la sociedad civil en América Latina (Guerrero no es la excepción), de nuevos actores sociales e intereses colectivos, que puede ser un buen punto de partida en esa caracterización, que la Comisión de Gobierno del Congreso del Estado, debe valorar la lucha que ha encabezado el doctor Pablo Sandoval Cruz, como digno merecedor de la medalla Sentimientos de la Nación 2007, que cada año el ágora guerrerense hace entrega de la presea con la imagen del legislador Morelos, a un ciudadano (a) extranjero o mexicano que se ha destacado por sus esfuerzos a favor de la justicia, de la libertad, de la igualdad social y el respeto a los derechos de los pueblos; pero esta vez, si la justicia social existe en Guerrero, el doctor Pablo Sandoval Cruz debe ser el merecedor de la medalla Sentimientos de la Nación 2007.

La memoria colectiva de los guerrerenses, jamás podrá olvidar el proceso flemático y prolongado de 1960, aquel movimiento estudiantil-popular que cimbró al régimen priísta, donde el doctor tuvo una destacada labor como conductor desde la sociedad civil como partera de la historia que le dio autonomía a la Universidad Autónoma de Guerrero.

Son luchas en América Latina, que el doctor Sandoval Cruz ha tenido lazos solidarios como las tuvo Morelos con los que encabezaron al igual que él, en la liberación de sus pueblos desde Tupac Amaru en el Perú, y Cuauhtémoc en México, hasta los independentistas como Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Simón Rodríguez, Miguel Hidalgo, Juan Álvarez, Vicente Guerrero, José Gervasio de Artigas, y que ahora irrumpen de nuevo pero con otros actores sociales y otros escenarios.

El doctor Sandoval Cruz sigue contribuyendo a abrir las puertas de la plaza pública, que el régimen priísta había convertido en patio de su casa y que utilizaba para celebrar sus fiestas demagógicas, por ello, apoyó la candidatura a gobernador de Zeferino Torreblanca Galindo en 2005, aunque éste no ha sabido corresponder a este enorme apoyo solidario.

No libre de pifias y contradicciones, de excesos y retrocesos, a partir de la causa indígena y campesina ha resignificado el espacio público como lugar idóneo para los excluidos y los invisibles, para los olvidados y los no invitados al banquete de Platón, como escribió Ikram Antaki, para la resistencia y la protesta que no se deja cooptar ni se agota en la exigencia del pliego petitorio, para las ideas y las propuestas que van más allá de la entrevista burocrática con el burócrata de cuello alto o el gerente en turno.

viernes, 13 de julio de 2007

Gerentes en Conflicto

El destino del intento de reforma fiscal a nivel federal y la reforma del Estado a nivel local, son sólo dos ejemplos de la arrogancia personal e ineptitud colectiva. De conducción errada e imprevisión. Dos muestras inocultables de la flojedad e impotencia que empiezan a caracterizar al grupo político-empresarial que asumió los riesgos de la elección fraudulenta del 2 de julio de 2006 de Felipe Calderón, y de la elección democrática del 6 de febrero de 2005 de Zeferino Torreblanca Galindo, pero aún sin resultados positivos en el estilo de gobernar, como decía el historiador y politólogo, don Daniel Cosío Villegas.

El bajo perfil del gabinete zeferinista es un reflejo de la miseria cultural que define al sistema político guerrerense; de su incapacidad para formar personal calificado (político, intelectual, técnico, administrativo) que responda a las necesidades de un régimen democrático. Pero también, y muy particularmente, una derrota del PRD que no ha forjado liderazgos de dimensión local ni articulado propuestas viables, rigurosas y de largo aliento para un gobierno eficaz en condiciones democráticas. Esto explica en parte, el por qué las dos corrientes del PRD que manejan recursos públicos, Izquierda Renovadora (IR) y Polo Guerrerense de Izquierda, han estado reciclando a priístas que pretenden regresar al poder político.

En los dos años y casi cuatro meses del primer gobierno no priísta en Guerrero, hemos visto de todo: inconsistencia política, impericia personal, mediocridad y chabacanería sin rubor; diferencias personales entre miembros del gabinete zeferinista; asfixia a periódicos y revistas mal llamadas independientes, arrebatos fundamentalistas y desplantes autoritarios; discrepancias políticas y/o administrativas en materias clave.

Areas fundamentales del gobierno zeferinista no salen del pasmo y el virtual anonimato (educación, desarrollo social, desarrollo rural, crecimiento económico, etcétera), mientras zonas neurálgicas siguen padeciendo la falta de una estrategia integral que marque directrices (seguridad pública, procuración de justicia, combate a la pobreza) y unifique criterios para una mejor conducción de un gobierno honesto, eficaz y eficiente.

La confrontación entre el gobernador, con su corriente Izquierda Renovadora (IR), y el secretario de Gobierno mediante su grupo Polo Guerrerense de Izquierda (PGI) no se puede ocultar, cada quien pretende llevar a ex servidores públicos priístas con un pasado dudoso. Mientras tanto, el senador Luis Walton Aburto, de Convergencia, continúa fortaleciéndose, las encuestas más serias lo ubican en primer lugar para la presidencia municipal de Acapulco como paso indispensable para sus aspiraciones a gobernador de Guerrero.

Los operadores políticos del gobernador y del secretario de Gobierno buscan llevar agua a su molino, inclinar la balanza a su favor, influir en la toma de decisiones más allá de sus respectivas esferas. Preparan el camino de los desplazamientos y despliegan sus redes en la prensa, las fracturas e intersticios de la vida partidista, multipartidista, neopartidista. Mueven piezas en el corto plazo calculando jugadas a futuro, largo futuro, dilatando con cifras sexenal, incluso confrontándose con el arzobispo de Acapulco Felipe Aguirre Franco como lo ha hecho Armando Chavarría Barrera, porque el religioso tiene razón, se deben respetar los tiempos, la etapa del próximo proceso electoral local aún no ha comenzado.

La confrontación Torreblanca Galindo-Chavarría Barrera no es la única ni se reduce al choque de personalidades. Es una batalla de grupos, alineación y triangulaciones que atraviesa diversas zonas del Ejecutivo local y se ha expresado en distintos momentos.

La decisión que debe tomar el gobernador frente a la propuesta de Andrés Manuel López Obrador en el sentido de cero negociación en relación con la reforma hacendaria de Felipe Calderón, no es tan fácil como le aconseja en una de sus cartas su publicista Carlos Alazraki –léase “Carta dirigida a Zeferino Torreblanca (gobernador de Guerrero)”, La Crónica de Hoy, 10/07/07–, una carta, como ésta, según se afirma, tiene un precio mensual de 400 mil pesos, que paga el pueblo de Guerrero, a un seguidor de Dick Morris, ex coordinador de la campaña Manos limpias-guerra sucia de Felipe Calderón contra AMLO en la pasada campaña presidencial, a quien se le impuso aquella trillada frase a través de la mayoría de los medios de comunicación masiva: “es un peligro para México”.

Por cierto, en esa carta, se observan varias mentiras de Alazraki; Torreblanca Galindo no gobierna para todos los guerrerenses, sino para bien de su grupo, para la oligarquía local; tampoco promueve el diálogo entre todos los actores de la política, hay privilegios; ni el PRD es su partido, porque todavía está en duda su militancia, sí pretende hacerlo de su propiedad a través de su corriente Izquierda Renovadora.

Más allá del “factor humano” y las aspiraciones prematuras, se ha hecho evidente la ausencia de un plan rector: una visión de Estado que organice y defina las prioridades del Ejecutivo local; un auténtico programa político, económico y social que aglutine a las fuerzas políticas y sociales del nuevo bloque gobernante y, en consecuencia, facilite la interlocución con las oposiciones democráticas.

Mientras ello no ocurra, las diferentes ramas del gobierno local seguirán manejándose al arbitrio de secretarios y súper Gerentes, impulsando la perversa triangulación de lealtades, aspiraciones políticas, compromisos de grupo o facción, intereses no siempre legítimos o compatibles con la responsabilidad del gobierno.

lunes, 9 de julio de 2007

Elena Poniatowska y Amanecer en el Zócalo

Apenas habían transcurrido escasamente tres días, cuando la escritora Elena Poniatowska recibió la agradable noticia de que había obtenido el Premio Internacional Rómulo Gallegos por su novela El tren pasa primero, publicada por Alfaguara, elegida entre 228 obras de 18 países, premio que recibirá el 2 de agosto en Caracas, Venezuela, la tierra que gobierna el Comandante Hugo Chávez (La Jornada, 27/06/2007), cuando este sábado 30 de junio presentó su libro más reciente, Amanecer en el Zócalo, con el subtítulo Los 50 días que confrontaron a México, el escenario geográfico de la presentación fue el Monumento a la Revolución, al que acudieron más de dos mil 500 personas, entre ellos, el autor de estas líneas.

Si Carlos Monsiváis es el mejor cronista de México, sin duda alguna Elena Poniatowska es la mejor cronista de nuestro país, la extraordinaria crónica que acaba de publicar en la editorial Planeta, un texto de 395 páginas, es una narrativa de la resistencia civil que encabezó Andrés Manuel López Obrador, el político tabasqueño que ha luchado con dignidad durante 25 años para construir en nuestro país una democracia auténtica, no simulada, como las que nos han impuesto a través de muchas trampas los presidentes surgidos del PRI y ahora del PAN.

El libro comienza con un homenaje a Jesusa Rodríguez Jesu, como le llama de cariño su amiga la escritora, quien jugó importantes roles en ese enorme plantón: maestra de ceremonias, organizadora, el alma del movimiento, la segunda figura más importante después de Andrés Manuel; continúan unas fotos no sólo de los principales líderes del Frente Amplio Progresista (FAP), sino gente del pueblo, de los de abajo, con dos fotos más del fraude al desnudo de Cecilia Márquez, pintora y activista que cuando se acostó boca abajo durante 20 minutos en el centro de Guadalajara, con un diminuto bikini y después sin nada, los fotógrafos y camarógrafos se dieron vuelo fotografiándola.

En las páginas que siguen, a partir de la 15, se inicia la extraordinaria y amena crónica que Elena Poniatowska fue redactado a partir del 29 de julio, día en que Andrés Manuel decidió instalarse en campamentos en el Zócalo y la avenida Reforma de la ciudad de México, hasta que los facinerosos magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), ordenaran volver a contar los votos en todas las casillas; petición que no hicieron porque hubo muchísimo dinero de por medio desde Los Pinos, como dice López Obrador en su más reciente libro La mafia nos robó la presidencia.

La escritora y periodista, nacida en Francia en 1933 y naturalizada mexicana en 1969, a quien por cierto conocí en Ciudad Juárez, Chihuahua, en la década del 80, al ser invitada como conferencista por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, en la que fui profesor, hasta el último día de la crónica el 17 de septiembre de 2006, no sólo le da espacio en su libro a los intelectuales, analistas y periodistas que apoyaron al Peje, sino también a quienes no estaban de acuerdo con él, pero además le dio espacio a los de abajo, para que dieran sus opiniones sobre la resistencia pacífica, uno de ellos, un campesino de Ciudad Obregón, llegó a decir en referencia a López Obrador “cuídelo mucho, porque un líder así surge en la vida de un país cada 100 años”.

Así como el escritor Ignacio M. Altamirano le dio espacio a los grandes intelectuales de su tiempo, cuando fundó el semanario El Renacimiento en 1869, en el que escribieron los intelectuales liberales y conservadores después del triunfo del presidente Benito Juárez sobre Maximiliano de Habsburgo y los conservadores que le fueron a ofrecer el trono de México; así también Elena Poniatowska en Amanecer en el zócalo entreteje las diferentes voces de la derecha e izquierda, en esta formidable crónica de 50 días.

Entre las voces más conspicuas de la derecha figuran: Enrique Krauze, Sergio Sarmiento, Sara Sefchovich, José Woldenberg, Jorge Alcocer y Federico Reyes Heroles (que giraron hacia la derecha, en un desmedido oportunismo), Jorge G. Castañeda, entre otros escritores y políticos oficiosos.

Por su parte, las voces más emblemáticas del ala progresista, incluso, intelectuales sin partido que escribieron: Octavio Rodríguez Araujo, Víctor Flores Olea y Enrique González Pedrero (profesores de AMLO en la FCPyS de la Unam), Lorenzo Meyer, Blanche Petrich, Guadalupe Loaeza, Rosario Ibarra de Piedra, Jaime Avilés, Juan Villoro, Luis Villoro Toranzo, Rafael Segovia, Miguel Angel Granados Chapa, Adolfo Sánchez Rebolledo, Julio Hernández López, Denise Dresser, Marta Lamas, Julio Scherer García, José Agustín Ortiz Pinchetti, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Camacho Solís, Rafael Barajas El Fisgón, Pablo González Casanova, Carlos Fuentes, Rogelio Ramírez de la O, René Drucker, José María Pérez Gay, Guillermo Almeyra, Carlos Payán Velver, Ignacio Marbán, Carmen Aristegui, José Gutiérrez Vivó, Enrique Quintana, Luis Mandoki, entre otros grandes intelectuales que prefirieron morir de pie que vivir arrodillados.

Mención especial merecen los escritores Carlos Monsiviás y Sergio Pitol, que apoyaron desde el inicio de la resistencia civil al Peje, sin embargo, una vez que se tomó la decisión de hacer el enorme plantón en el Zócalo y Reforma no estuvieron de acuerdo, sin embargo, la amistad y la simpatía por Andrés Manuel, como uno de los grandes líderes políticos del momento, moralmente siempre estuvieron con él.

Amanecer en el Zócalo, escrita por Elena Poniatowska, como dice Carlos Monsiváis, que representa lo mejor del país, lejos de afectar su imagen, como pretendía la derecha yunkista, rapaz e ignorante, se ha visto fortalecida. La presentación de Amanecer en el Zócalo, en el Monumento a la Revolución, fue un hermoso ejemplo de ello.